Día 2: Samarcanda, descubriendo esta milenaria ciudad

Samarcanda, ciudad por la que han pasado a lo largo de milenios diferentes razas, culturas, ideas, religiones y productos. Ciudad que ha atraído a grandes pensadores y científicos, pero también temibles guerreros y ejércitos. La ciudad que ha sido destruida y reconstruida incontables veces. Y todo este fluir de experiencia ha quedado plasmado en sus monumentos, mezquitas, caravanserais y madrasas con imponentes cúpulas y minaretes. Todo en una ciudad. Una de las ciudades más importantes que en un momento estuvo en la región del centro del mundo. Una ciudad que estaba a la par de otras grandes como Roma, Atenas, El Cairo, Baghdad o Damasco.

Samarcanda, cuyo nombre significa “fortaleza de piedra” en el antiguo idioma sogdiano (samar, piedra, kand, fortaleza o pueblo), ha sido conocida con diferentes denominaciones a través de su historia: Afrosiyob, Marakanda y Samarcanda.

Ubiquémonos en el año 1365 d.C.. Samarcanda y toda Asia Central estaban siendo gobernadas por los mongoles, pero aires de cambio comenzaban a haber en el ambiente así como levantamientos aquí y allá de la población local en contra de estos opresores extranjeros. A unos 300 km de aquí, en Tashkent, una fuerte batalla estaba ocurriendo entre opresores y oprimidos; y a la par, una hueste de jete (bandidos), como eran llamados los mongoles en la zona, aparecieron en los alrededores de Samarcanda. En este año la ciudad no estaba fortificada, por lo que su captura parecía inevitable.

La defensa de la ciudad fue rápidamente organizada entre la población misma que había sido abandonada a su suerte: gente pobre, campesinos, artesanos y algunos mercaderes. Sus esperanzas estaban puestas en sus líderes que eran: un estudiante de una madrasa de la ciudad, Mawlana Zada; el líder comercial de algodón, Abu Bakr; y Mawlana Kurdak-i-Bukhari, un hombre conocido como “el arquero” y al parecer de una noble familia.

Día y noche los ciudadanos de Samarcanda trabajaron para fortificar cada una de las calles de Samarcanda, estableciendo barricadas y dejando solo la calle principal con paso libre. Estaban tendiendo una trampa al enemigo. Había mucho en juego. La población no podía olvidar que hacía apenas poco más de 100 años, en 1220, su ciudad había sido dejada a ras de suelo por Gengis Khan. El líder mongol había matado a todos los que se habían refugiado en la ciudadela, saqueó completamente la ciudad durante días, y cuando su ejército dejó la destruida Samarcanda, se llevó consigo a la fuerza a 30.000 hombres para meterlos en su ejército y a 30.000 artesanos. La ciudad no solo había quedado diezmada sino que también semi-vacía. Los ciudadanos de la Samarcanda de 1365 no se podían permitir que esto volviera a ocurrir.

Los mongoles entraron a la ciudad por aquella vía libre que los ciudadanos les habían dejado, habían caído en la trampa. Aquí comenzó una feroz batalla donde los ciudadanos se defendían como podían con flechas, palos y piedras. La batalla duró días y una vez más las calles de Samarcanda se llenaron de muertos. Los mongoles, que no estaban muy acostumbrados a la guerrilla urbana, decidieron sitiar la ciudad. Pero al cabo de unos días tuvieron que desistir por un brote de epidemia que mató a cientos de sus caballos. La ciudad había sido salvada por el pueblo, aunque sus monumentos una vez más habían sido destruidos, su población había quedado más empobrecida, y numerosas enfermedades surgieron.

Para la buena suerte de los maracandeses, el líder militar Tamerlán eligió Samarcanda como su residencia en 1369, y como la capital de su nuevo imperio en 1370. Comandante invicto, él ha sido uno de los mayores estrategas militares de la historia. De manera amenazante, solía decir: “Toda la extensión de la parte habitada del mundo no es lo suficientemente grande como para tener dos reyes".

Además de su destreza militar, Tamerlán fue a la vez un amante de las artes, la ciencia y la arquitectura. Él se encargaría de volver a reconstruir Samarcanda más bella que nunca. Y no solo eso, sino que se encargaría también de repoblarla con los mejores artistas, arquitectos, artesanos, comerciantes y científicos de todo el mundo conocido en aquella época.

Definitivamente una de las joyas de la corona de Tamerlán es la mezquita Bibi Khanym (8.000 soms - 0,63 €).

Entrada a mezquita Bibi Khanym

Tamerlán la construyó tan grandiosa que quiso que ésta fuera la Mezquita del Viernes, es decir, la mezquita más importante de toda Samarcanda. Y Samarcanda siendo el centro de su imperio, tenía que ser realmente una mezquita que mostrara su gloria y poder.

No obstante, este sueño nunca se vio conseguido ya que la mezquita presentó serios fallos de construcción desde el inicio (al punto que se dice que Tamerlán mandó a matar a los arquitectos y trabajadores), por lo que había que volverse a levantar una y otra vez. El mismo Tamerlán llegó a dirigir las obras pero esto también implicaba que se tuviera que reconstruir la mezquita una y otra vez, ya que el estratega militar a veces exigía cambios como hacer la entrada más monumental. La mezquita es terminada de construir en 1405, año en el que muere Tamerlán. Ya desde este año la mezquita mostraba señales de fragilidad, y azulejos caían sobre los feligreses, mientras la cúpula comenzaba a mostrar grietas.

Soporte de piedra del Corán con mezquita al fondo

El hijo y nieto de Tamerlán no se preocuparon mucho por el mantenimiento de la mezquita y la dejan caer a su suerte. El nieto, Ulug Begh, instala dentro de la mezquita un enorme soporte de piedra para el corán (que ahora se muestra en el patio), aunque obviamente esto poco hizo, o nada, para el sostenimiento del edificio.

A pesar de estas eventualidades, ésta es la mezquita más grande de toda Asia Central capaz de tener a 10.000 fieles en la hora del rezo.

El nombre de esta mezquita, Bibi Khanym, viene del nombre de una de las esposas de Tamerlán, de origen chino. Tamerlán tenía 43 esposas y concubinas, que las hacía suyas cada vez que conquistaba algún reino o territorio de sus antiguos maridos o padres.

En cuanto los orígenes de la construcción de esta mezquita, según la leyenda la mujer de Tamerlán, Khanym, quería darle una pequeña sorpresa mientras él estaba ausente en alguna expedición. Así que la mujer decidió que construirle una mezquita sería un bonito detalle. No obstante, al parecer el arquitecto se negó a terminarla de construir hasta que Bibi-Khanym le diera un beso. Tamerlán, al enterarse después de esto a su regreso, mando ejecutar al arquitecto.

Sea verdad o no esta leyenda, la verdad de las cosas es que la mezquita comenzó a ser construida en 1399, año que corresponde con una exitosa campaña militar de Tamerlán en Delhi, India. Desde Delhi fueron traidos 95 elefantes cargados de tesoros expoliados que servirían para embellecer aún más a Samarcanda.

Mezquita Bibi Khanym

Los azulejos comenzaron a desprenderse desde la época de Tamerlán en el siglo XV

Mujeres rezando en la mezquita

La mezquita Bibi-Khanym desafortunadamente se encuentra muy derruida por dentro. En frente de esta mezquita se encuentra el mausoleo de la propia Bibi-Khanim, aunque la verdad es que se ve tan deteriorado desde afuera que ni decidimos entrar.

A unos pasos de aquí, sobre una de las colinas de la antigua Afrosiyob (antecesora de Samarcanda), se encuentra el incomparable Shah-i-Zinda (5.000 soms - 0,40 €), que es un complejo de imponentes mausoleos que datan de los siglos XI al XV, siendo los más impresionantes los de época timúrida.

En este lugar se encuentran 11 mausoleos, los cuáles algunos fueron edificados por las esposas o hermanas de Tamerlán, así como por altos cargos militares cercanos a él.

Mausoleos a los lados de la Calle Cementerio

El mausoleo más antiguo es del siglo XI y, si hacemos caso a la leyenda, pertenece a Mohamed Kusam ibn Abbas, quien sería primo del profeta Mohammed y que llegó a estas tierras junto con los ejércitos árabes durante las primeras incursiones con el fin de traer el Islam. En un momento de oración llegó un infiel y cercenó la cabeza de Kusam. Según se nos cuenta, el degollado cogió su propia cabeza y bajó a un pozo de agua cercano, donde sigue vivo y se encuentra reinando desde el subsuelo. Por eso, el lugar es llamado Shah-i-Zinda, que significa El Rey viviente.

Después de la construcción del mausoleo a Kusam, la élite de Samarcanda deseaba ser enterrada cerca de la tumba del primo del profeta, por lo que los mausoleos comenzaron a florecer. No obstante, 2 siglos más tarde llegarían los mongoles destruyendo todo a su paso incluidos los mausoleos, con la única excepción de aquél de Kusam Ibn Abbas. A partir del siglo XIV, ya con Tamerlán en el poder, se comenzaron a edificar nuevos mausoleos que son los que podemos disfrutar hoy en día.

El mausoleo de la izquierda es llamado Amir Zade, aunque no se sabe si este noble lo mandó construir o si sus restos están ahí. El mausoleo de la derecha es el de Shadi Mulk Aga, sobrino y militar de Tamerlán. La tumba fue mandada construir por su madre, es decir, la hermana mayor de Tamerlán

Mausoleo de Tuman Aqa, una de las múltiples esposas de Tamerlán. Ella fue mecenas de las artes y construyó mezquitas, madrasas y bazares, además de gobernar el pueblo de Kushan. El mausoleo es de 1405

Mausoleo de Qazizada Rumi, uno de los grandes matemáticos y astrónomos de la época. Nacido en Turquía, viajó con el ejército de Tamerlán durante una de sus campañas y al haber escuchado sobre la grandiosidad de Samarcanda. Qazizada Rumi se convertiría en maestro de Ulug Beg, nieto de Tamerlán. El mausoleo es de 1420

 

Mausoleo de Shirin Bikah, hermana de Tamerlán, de 1385 (el primero a la izquierda del señor). El mausoleo que está a su lado fue mandado construir por un compañero de armas de Tamerlán para su madre, Tuglu-Tekin, en 1375

 

Definitivamente el mausoleo principal es el de Kusam ibn Abbas, lugar de peregrinaje durante siglos. En la foto de abajo su mausoleo es el del fondo que tiene los ladrillos a la vista.

A la izquierda mausoleos anónimos del siglo XIV, y al fondo el mausoleo de Kusam ibn Abbas del siglo XI

Realmente entrar a su mausoleo es un remanso de paz y frescura, y si tienes suerte, podrás encontrarte con ritos religiosos, donde llega gente local, y a cambio de una propina, un encargado les dedica unos rezos.

Hombres rezando dentro del mausoleo de Kusam ibn Abbas

Entrada al mausoleo de Kusam ibn Abbas

Y a todo esto…si Tamerlán y su familia construyeron estas grandiosidades arquitectónicas… ¿dónde está enterrado Tamerlán? ¿Cómo es su tumba? Pues es igual de impresionante o más.

Gur-e-Amir (Tumba del Rey) (8.000 soms - 0,63 €) es el imponente mausoleo donde se encuentra enterrado él y miembros de su familia y allegados, y es otra de las grandes joyas arquitectónicas de Tamerlán. Este mausoleo lo comenzó a construir Tamerlán en 1403 no para él, si no como una madrasa para su nieto favorito, Mohamed Sultan, quien iba a ser el heredero del reino de Tamerlán. No obstante, en 1403 Mohamed Sultan falleció repentinamente a la edad de 27 años. Un Tamerlán desconsolado ordenó un largo periodo de luto en todo el reino y montó una guardia de honor para que lo sepultaran temporalmente en Sultanayeh (actual Irán). Mientras tanto en Samarcanda, Tamerlán ordenó a sus arquitectos que adaptaran los trabajos de la madrasa para convertirla ahora en un mausoleo. Los albañiles y arquitectos tuvieron que trabajar sin descanso día y noche con temor de perder sus vidas si el mausoleo no estaba listo en la brevedad posible.

Finalmente, en menos de un año, el cuerpo de Mohamed Sultan fue transportado desde Sultanayeh hasta Samarcanda, a uno de los mausoleos más impresionantes que jamás hayan visto los habitantes de la época. Incluso, es uno de los más impresionantes que yo he visto.

Gur-e-Amir. Su arquitectura sirvió de inspiración a otros como el Taj-Mahal en la India, construido por los mogoles, quienes fueron herederos de Tamerlán

A los dos años, en 1405, Tamerlán muere en Otrar, Kazijastán, cuando a sus 68 años estaba preparando una expedición para conquistar China. Era invierno y al parecer muere a causa de una enfermedad respiratoria. Tamerlán había elegido Shahrizabs como su ciudad de enterramiento. No obstante, debido a un fuerte invierno el paso por las montañas era impracticable por lo que sus súbditos decidieron enterrarlo en Gur-e-Amir, en Samarcanda.

El mundo se había quedado en silencio. Uno de sus más grandes líderes militares había fallecido. Tamerlán muere sin haber perdido nunca ninguna batalla. Al morir su imperio iba desde el occidente de China hasta el oriente de Turquía. Fue el gobernante musulmán más poderoso y conquistó, reconquistó, arrasó y perdonó ciudades desde Delhi hasta Moscú. Hoy Asia Central lo recuerda como un gran líder promotor de las artes y el desarrollo en algunos lados, o como una figura terrorífica y destructora en otros. Esta figura divisiva, que había acabado con los kanes mongoles de la Horda de Oro, con los mamelucos de Egipto y Siria, con el incipiente imperio otomano y el sultanato de Delhi, caía ahora por una enfermedad.

Los constructores de Samarcanda se apresuraron a embellecer aún más Gur-e-Amir, para recibir por última vez a su gran líder, cuyo cuerpo venía embalsamado y en una larga procesión desde Otrar hasta Samarcanda (530 kilómetros) tirado por sus mejores caballos y al lado de sus mejores generales.

Interior de Gur-e-Amir

Inscripciones coránicas en las paredes del mausoleo

Techo mocárabe, simulando la cueva donde al Profeta Mohamed le fue entregado el Corán por el arcángel Gabriel

Adentro está la tumba de Tamerlán, su líder espiritual Sayyid Baraka, su nieto Ulug Beg, y uno de sus hijos Shah Rukh Mirza, además de otros parientes y militares.

 

La tumba negra en el centro es la de Tamerlán

 

El nieto Ulug Beg colocó una enorme piedra verde oscuro de jade sobre la tumba de su abuelo, Tamerlán. Esta piedra provenía del trono de Kebek, kan del kanato de Chagatai desde 1309 hasta 1310, y de 1318 a 1326.

A la tumba de Tamerlán se le añadió la inscripción “Si yo me levantase de mi tumba, el mundo entero temblaría”.

Quienes temblaban ahora eran los hijos y nietos que Tamerlán había dejado, así como una serie de jefes militares que se veían unos a otros con desconfianza por ver quién se quedaría con el poder.

Tamerlán había conquistado grandes extensiones de tierra, pero al parecer se preocupaba poco por establecer las bases que le permitirían mantener un imperio duradero en el tiempo. Pareciera que estaba más interesado por conquistar e impresionar que por crear un sólido imperio. Por ello, ahora todos se veían con temor por ver quién alcanzaría el trono. Años de inestabilidad y guerras intestinas estarían por llegar.

Y nuestro día, estaba también por finalizar aquí.

Anterior
Anterior

Día 1: Comenzando la Ruta de la Seda, de Tashkent a Samarcanda

Siguiente
Siguiente

Día 3: Samarcanda, ciudad de los astros y el conocimiento