Día 4: mosaicos en el Bardo

Todo el día de hoy lo dedicamos para visitar el famoso museo del Bardo. El museo se encuentra ubicado en un antiguo palacio otomano, donde se encontraba el harem de los beys de Túnez.

Y alberga una de las mayores colecciones del mundo de mosaicos romanos.

Y aunque a lo mejor terminas viendo el mundo como puros mosaiquitos después de ver miles de mosaicos en el museo, conviene dedicarle un buen tiempo, ya que muchos de los trabajos expuestos son verdaderas obras de arte. Nosotros estuvimos prácticamente todo un día entero visitando el museo. 

La sala de Cartago es una de las más impresionantes del museo, en cuanto arquitectura se refiere.

Sala de Cartago

Es en esta sala donde también en la mañana del 18 de marzo de 2015, 2 jóvenes tunecinos entraron al museo tranquilamente con sus AK-47 en el hombro, para después comenzar a disparar y tomar rehenes. Pasadas 3 horas, los 2 tunecinos, simpatizantes del Estado Islámico, murieron a manos de las fuerzas de seguridad. 21 turistas extranjeros y 1 policía tunecino fallecieron en el ataque.

Salimos del museo ya al atardecer, después de haber estado ahí todo el día. Decidimos irnos regresando a la medina andando (unos 5 kilómetros) para atravesarla y llegar al hotel. En el camino nos encontramos con una gran sorpresa que no sabíamos que estaba ahí: el acueducto romano de Zaghouan o Cartago.

Este acueducto tiene 132 kilómetros de longitud, convirtiéndolo en uno de los más largos de todo el imperio romano jamás construidos.

A lo largo de toda esta distancia, tiene apenas una ligera inclinación del 0,5%, lo cuál demuestra la obra de ingeniería que es este acueducto. Servía para llevar agua desde la localidad de Zaghouan hasta Cartago.

No se conoce a ciencia cierta el año de su fundación, pero se estima entre el 120 y 131 bajo las órdenes del emperador Adriano. Una de las teorías es que este enorme acueducto podría tener la función de llevar grandes cantidades de agua a los baños de Antonino de Cartago, ya descritos anteriormente, ya que estos baños tenían prácticamente el mismo tamaño que los baños imperiales de Roma, por lo que la recopilación de agua de las lluvias no sería suficiente.

Al llegar a la medina, nos dirigimos al hotel a descansar un rato. Después saldríamos a cenar y a recorrer nuevamente la medina, pero esta vez de noche.

Al día siguiente nos recomendaron que no volviéramos a salir por la medina de noche, ya que podía ser un poco peligrosa. Es verdad que había unos pasillos tan obscuros que se necesitaba la luz del móvil para ver, pero bueno, nosotros no nos metimos por esos callejones. La verdad es que en ningún momento tuvimos sensación de problemas. 

De igual manera ya iba a ser medianoche, por lo que nos regresamos al hotel para dormir, ya que al día siguiente tomaríamos un tren para comenzar a dirigirnos hacia el sur. Nuestra primera parada sería Susa



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