Un poco de historia y recomendaciones
Uzbekistán se encuentra en Asia Central, entre los ríos Syr Darya y Amu Darya. Un oasis a mitad del desierto fue lo que atrajo durante siglos a mercaderes, guerreros, aventureros y viajeros.
Aunque Gengis Kan hubiera pasado por aquí y hubiera derrumbado, quemado, saqueado y destruido casi todo por donde él pasó, esta región del mundo resulta sumamente fascinante por todos los pueblos que han pasado sobre ella, por su rica historia de la Ruta de la Seda, por las imponentes madrazas y mezquitas de azulejos lapislázuli, por las impresionantes fortalezas llamadas Qalas del desierto, ¿y por qué no? también por la herencia más reciente que nos ha dejado su historia soviética, cuando estos países se convirtieron en parte de las 15 repúblicas soviéticas que conformaron la URSS antes de desaparecer.
Sabemos que muchas veces en las guías de viaje nos describen sitios de manera tan espectacular, que cuando llegamos ahí, nos decepcionamos un poco al ver algo totalmente diferente de lo que nos imaginábamos. Creednos que aquí no será el caso. Por mucho que digamos, no se podrá acercar ni por asomo a la impresionante arquitectura y vibra de estas milenarias ciudades.
Recomendamos mucho visitar estos países, y si no os importa el calor (alrededor de 40 grados), hacerlo en verano, ya que entonces os encontraréis en los sitios prácticamente sin turista alguno, y podréis hacer unas fotografías espectaculares.
Uzbekistán es una de las 7 repúblicas “stán” que conforman Asia Central. Por lo general hay dos que casi todos conocemos: Pakistán y Afganistán; las otras 5 siendo Kirguistán, Tayikistán, Turkmenistán, Kazajistán y Uzbekistán misma.
A parte de que toda esta región para mí era una enorme zona en blanco en mi mente, lo único que sabía era que “stan” significa “tierra de”. Por tanto, Uzbekistán sería “tierra de uzbekos”, por decir un ejemplo.
Una fuerte duda que tenía era con relación a la religión, es decir, al Islam. Sabía que Uzbekistán era un país musulmán, y después de haber estado dos años viviendo en Egipto sabía cómo los árabes de este país llevaban la religión. ¿Pero cómo sería en Uzbekistán? ¿Sería algo similar a en Egipto, o debido al ateísmo comunista que vivió la región (durante 67 años) se habrían apagado un poco los ánimos por esta religión? Quería saber cómo vestían las mujeres, si se consumía alcohol o no, si cada acción estaría precedida por un “inshallah (si Dios quiere)”.
Cuando nosotros viajamos era Ramadán. Mientras que recuerdo que en Egipto durante esta festividad sagrada prácticamente todo se detenía, en Uzbekistán la vida seguía su ritmo normal. Incluso, en la hora de la comida veíamos que los musulmanes que hubiera ahí no solo no ayunaban, sino que incluso acompañaban su comida con una buena cerveza helada.
El viaje comenzó llegando a la capital uzbeka, Tashkent, a las 3 de la madrugada. El recorrido estaba pensado como sigue: en ese mismo día comenzaríamos con la Ruta de la Seda desplazándonos hacia Samarcanda, para después seguir a Bukhara y luego a Khiva. Desde esta última ciudad, veríamos la forma de salir de la Ruta de la Seda y dirigirnos hacia el Mar de Aral para visitar los barcos encallados en el desierto y después conocer las Qalas (antiguas fortificaciones en el desierto). Una vez hecho esto, regresaríamos hacia Tashkent nuevamente para tomar un vuelo a Almaty, Kazajistán. Estos cientos de kilómetros de desierto y estepa uzbeka los recorrimos en tren, autobús, taxi y mashrukta (especie de microbús que no tiene los destinos claros, por lo que tienes que preguntar siempre a dónde va).
Así que... ¡comencemos con nuestro viaje!
El viaje que narraré a continuación lo hicimos del 6 al 30 de julio de 2012. Fue un viaje donde conocimos dos países: Uzbekistán y Kazajistán, y el recorrido que hicimos fue éste:
(PONER MAPA)
Recorrer Uzbekistán es presenciar la historia viva. El resto óseo más antiguo que se ha encontrado aquí es un cráneo de un niño con unos 30.000 años de antiguedad. Muchos miles de años después, durante el primer milenio antes de Cristo, los escitas (pueblos nómadas iranios) procedentes de las estepas de lo que es actualmente Kazajistán, bajaron a ocupar lo que hoy en día es Uzbekistán. Ahí estos nómadas se ascentaron y comenzaron a construir sistemas de irrigación.
Para el siglo VI a.C. casi todo este territorio fue conquistado por Ciro, el poderoso rey persa, llegando a quedar durante 200 años bajo el imperio persa aqueménida. Para cuando el rey Ciro llegó 4 ciudades ya existían y que siguen existiendo hoy en día: Tashkent (capital actual de Uzbekistán), Samarcanda, Bujara y Khiva.
El imperio aqueménida fue dividido en provincias de las cuáles 3 estaban en Uzbekistán: Bactria, Sogdiana, y Khorezm.
En el siglo V a.C. la población de estas provincias ya no quería seguir viviendo bajo la ocupación persa. Eran ya 200 años y querían ser independientes, por lo que empiezan a luchar contra sus gobernantes, y el ocaso final llegó el 1 de octubre de 331 a.C., en la derrota de los persas en la batalla de Gaugamela (actual Iraq). El antiguamente imbatible ejército persa fue derrotado por otro liderado por un joven y ambicioso combatiente proveniente de Macedonia: Alejandro Magno.
Durante este periodo helenístico la cultura y economía prosperaron. La artesanía, comercio, agricultura y planificación civil fueron desarrollándose, y se comenzaron a acuñar monedas. El estado fue centralizado y el comercio entre ciudades comenzaría a florecer.
A pesar de este desarrollo, en el siglo II a.C. comienza a haber levantamientos civiles desembocando en el fin del periodo helenístico. Esto no significó que estos pueblos estaban libres de gobernantes extranjeros, ya que esta vez le llegó el turno a una tribu nómada de Kushan (actual Tajikistán) y que vino a conformar uno de los mayores imperios en Asia Central desde el siglo I a.C. al III d.C., y que llegarían a incluir territorios de los actuales Uzbekistán, Tajikistán, Pakistán, Afganistán, India y China.
Éste fue también un periodo de prosperidad para Asia Central. Las ciudades se convirtieron en fuertes centros de desarrollo comercial y creación artística. La gente de lugares cercanos y no tan cercanos se sentía atraída por estos lugares y venían a comerciar.
Las piezas del destino se fueron acomodando y en el año 130 a.C., con la dinastía Han en China, se abrió el comercio entre Oriente y Occidente, donde Asia Central estaba….bueno…en el centro. No solo productos circularon por esta ruta, sino también ideas y religiones. Este intercambio benefició enormemente a las ciudades de Asia Central. La famosa Ruta de la Seda estaba naciendo, y Samarcanda, Bujara, Khiva y Tashkent serían de las grandes ciudades favorecidas.
La Ruta de la Seda no hay que pensarla como un solo camino, sino que en realidad fue una red de caminos que conectaron China y el lejano oriente con Oriente Próximo y Europa. A lo largo de esta ruta, o rutas mejor dicho, había mercados, puestos de trueque, caravanserais (lugares para almacenar productos y donde animales y personas podían pernoctar).
En el siglo V d.C. los heftalitas (pueblo nómada de Asia Central) conquistaron las ciudades de la región y crearon un vasto imperio que iba desde el Mar de Aral hasta la India. Los heftalitas prefirieron no inmiscuirse en las políticas internas de las ciudades conquistadas y les dejaron un alto nivel de autonomía. Los heftalitas promovieron las ideas budistas y construyeron cientos de templos, además de fortalecer la Ruta de la Seda que pasaba por esta zona y fomentar el comercio con China, India y el imperio bizantino, en la actual Turquía.
En el siglo VI d.C. el imperio heftalita fue destruido por los turcos. Durante los años 550-570 se unieron varias tribus nómadas y conformaron un poderoso estado: el Kanato Túrquico. Éste estado iba desde China hasta el río Volga en Rusia. Fue un periodo de mucha inestabilidad y guerras sin fin. El Kanato Túrquico continuó llevando relaciones con las grandes potencias de la época: China, el imperio bizantino y el imperio persa, ya que su interés especial era mantener viva y lo más segura posible la Ruta de la Seda. El algodón y la seda fueron fuertemente desarrollados convirtiéndolos en uno de los bienes más preciados en esta ruta.
Estas tierras fértiles y ciudades llenas de comercio fueron una fuerte tentación para el pueblo árabe que estaba comenzando a coger fuerza desde las dunas del desierto de Arabia Saudí. En el 673 comienzan a invadir estas tierras y para el 709, bajo el mando de Ibn Muslim Kuteiba, las principales ciudades caen una a una hasta que los árabes se hacen del control de toda la zona. A toda esta región los árabes le llamarían ahora Mawarannhr. Toda Asia Central estaría ahora gobernada desde Damasco durante el califato Omeya, y después desde Baghdad por el califato abasí. Durante los siglos VIII y IX Mawarannhr vivió una verdadera época dorada y su nueva capital sería la milenaria ciudad de Bujara. Esta ciudad se convirtió en ciudad líder del aprendizaje, arte y conocimiento de todo el mundo musulmán. Hasta aquí venían grandes científicos y artistas de todo el mundo a debatir y aprender en las madrasas (escuelas). Bujara competía con aquellas grandes urbes de la época que estaban a su altura, como Córdoba, El Cairo o Baghdad. Las otras ciudades de Mawarannhr no habían caído en el olvido y Merv, Samarcanda y Urgench se convirtieron también en importantes centros de las ciencias y cultura. Y además de toda esta ciencia y cultura que comenzaba a bullir en Asia Central, los árabes siguieron fortaleciendo el comercio a lo largo de las rutas con caravanas que por aquí pasaban, y especialmente en la ciudad de Samarcanda, donde los productos de esta ciudad que más se codiciaban en la Ruta de la Seda eran el papel, vidrio, algodón, piel y la seda misma.
Sin embargo, este embellicimiento árabe no podría durar para siempre. A casi 3.000 kilómetros de Samarcanda se estaban sucediendo una serie de intrigas palaciegas e invasiones en Baghdad, centro del poder político y militar. Debido a su debilitamiento, Baghdad fue perdiendo su influencia sobre los territorios de Asia Central, por lo que otro grupo de origen iranio, conocido como los samánidas tomaron el poder, continuando así con el desarrollo de la zona hasta el año 999, año en que algunas tribus túrquicas nostálgicas querían llevar de vuelta a Mawarannhr a sus años cuando estaba bajo el poder del Kanato Túrquico.
Y lo consiguieron, y es lo que se conoce como la dinastía Karajánida, que duró hasta la invasión mongola en el siglo XIII.
En Mongolia estaba surgiendo un gran líder militar. Era Gengis Kan, aquél temible jinete que con su horda de caballos y jinetes lograron aplastar y aterrorizar cientos de ciudades y destruir siglos de historia y conocimiento desde China hasta Europa. Por cercanía geográfica, China fue el primer escalón para el ascenso militar de Gengis Kan. En 1215 China habría ya quedado subyugada al poder mongol. De aquí hacia el único lugar hacia donde se podía ir era Occidente, y las estepas de Asia Central allanarían el camino para una de las mayores conquistas que el mundo habría jamás visto.
Gengis Kan invadió Mawarannhr y para 1220-1221 las fuerzas mongolas habían reducido a escombros importantes ciudades como Samarcanda y Urgench, afectando así severamente a la Ruta de la Seda.
El imperio de Gengis Kan era vasto y tras su muerte se repartió entre sus 3 hijos: Jochi, Ogodei y Chagatai. Chagatai se hizo cargo de la zona de Xinjian en China, así como de Bujara y Samarcanda. A estas tierras se les conoció como Chagatai Ulus. Ogodei se encargó de continuar con la extensión del imperio comenzada por su padre. El imperio mongol es el segundo imperio más grande de toda la historia de la humanidad (después del imperio británico), pero si consideramos en terreno continuo ha sido el mayor de toda la historia, cuando en su punto álgido gobernaba sobre unos 24.000.000 de kilómetros cuadradados y sobre unas 100 millones de personas repartidas desde Corea hasta el río Danubio en Europa, controlando así los centros de poder más importantes de la época como China, Mesopotamia, Persia, Europa Oriental, parte de la India y Rusia. Los mongoles ya habían derrotado a los ejércitos de regiones donde hoy está Alemania, Polonia y Hungría. Y estaban decididos a conquistar el resto de Europa, pero tuvieron que darse la vuelta y devolverse a Mongolia puesto que Ogodei había fallecido y había que elegir sucesor. Los reyes de Europa y el papado pudieron respirar tranquilos, más no así los pueblos de Asia Central que volvieron a sufrir una ola de destrucción y saqueos cuando estos guerreros regresaban hacia Mongolia.
A pesar de esta época de inestabilidad, la Ruta de la Seda también sirvió para que exploradores y viajeros fluyeran de Oriente a Occidente y viceversa. Alguno de los más famosos (aunque definitivamente no el único) es el veneciano Marco Polo, quien en 1275 utilizó la Ruta de la Seda para viajar desde Europa hasta la corte mongola en China, para ponerse al servicio del emperador mongol Kublai Khan.
Con la llegada de Tamerlán al poder en Asia Central, el ambiente político de la zona se estabilizó y con él la Ruta de la Seda volvió a recuperarse. Tamerlán fue el último gran conquistador nómada de Asia Central de origen turco y mongol, y fundador de la dinastía Tumérida. En 1370 Tamerlán se proclamó como el gobernante supremo de Mawarannhr e hizo de Samarcanda su capital. Para 1388 destruyó otras ciudades que le podían hacer competencia comercial a las suyas propias de Mawarannhr, por lo que las caravanas de la Ruta de la Seda se vieron obligadas a pasar solamente por la región que él controlaba. Éste fue un momento de desarrollo de las ciencias y el arte, especialmente para Samarcanda que fue embellecida con monumentos, palacios y jardines.
No obstante, Tamerlán muere en 1405, y aunque su hijo y nieto le sucedieron brevemente, pronto Samarcanda se convertiría en el centro de un espiral de caos y destrucción en la región a causa de distintas facciones luchando por el poder. A partir de aquí es cuando la Ruta de la Seda comenzaría a morir poco a poco. Los caminos se hicieron tan peligrosos que todos los viajeros y comerciantes tenían que evitar las antiguas rutas comerciales con el fin de evitar escaramuzas o ser atacados por bandidos.
A mitad del siglo XV los turcos otomanos conquistaron Estambul, y con ello limitaron severamente el uso de la Ruta de la Seda para comerciar con China, ya que el imperio otomano estaba buscando boicotear a China con el fin de debilitarla. Si esto no era suficiente, los emperadores chinos estaban en una nueva era de aislamiento, por lo que cerraron sus fronteras a cualquier extranjero. Con todo esto, la Ruta de la Seda, que durante siglos había unido a Oriente con Occidente a través de un ir y venir de productos, ideas, religiones, y arte, estaba siendo seriamente asfixiada.
El golpe de gracia que recibiría la Ruta de la Seda vendría a finales del siglo XV con el dominio de los mares por parte de las potencias europeas como España, Portugal y Reino Unido. Las rutas arenosas y llenas de peligro de Asia Central comenzaron a ser desplazadas por aquellas más seguras a través del mar. Así, Occidente comenzó a comerciar directamente con Oriente sin necesidad de pasar por todos los intermediarios del centro de Asia. Además, los ojos de Europa estaban dejando de mirar hacia Oriente, para voltear su atención hacia nuevas rutas: hacia el Nuevo Mundo.
Con esto, aquellas evocadoras ciudades de la Ruta de la Seda fueron cayendo en el olvido, llegando a convertirse algunas de ellas en pueblos fantasmas y otras a quedar enterradas bajo la arena ante el abandono.
Finalmente en esta época el estado de Mawarannhr se rompe en dos por las guerras internas, y una tribu nómada llamada “uzbeka” ve una oportunidad de invasión y conquista. Para 1501 los uzbekos ya habían controlado toda Asia Central, incluyendo consecuentemente lo que hoy se conoce como Uzbekistán. La Ruta de la Seda prácticamente ya había dejado de existir como se conocía.
A lo largo del siglo XVI continuaría la serie de guerras entre las principales ciudades de Uzbekistán y Asia Central, el imperio persa, y tribus nómadas. Entre toda esta sangre, sale victorioso Ashtarkhanids en 1599, quien divide Mawarannhr en 3 estados: el Kanato de Kokand, el Kanato de Khiva y el Emirato de Bujara. A partir de aquí, cada uno de estos 3 sitios se iría desarrollando de manera diferente e independiente.
A mitad del siglo XIX el ejército ruso invadió esta zona. Después de someter a los ejércitos locales abolió el Kanato de Kokand; y el Kanato de Khiva y el Emirato de Bujara fueron convertidos en protectorados del imperio ruso. Después, en 1917, los bolcheviques ganan la Revolución rusa y se crea el imperio soviético. Lo que habían sido aquellas grandes ciudades independientes durante la época de oro de la Ruta de la Seda, como Samarcanda, Bujara, Khiva o Urgench, quedaron todas bajo las fronteras de una nueva república creada por los rusos soviéticos: la República de Uzbekistán. Y para 1924 cinco nuevas repúblicas se sumaban a la URSS: Uzbekistán, Kazajistán, Turkmenistán, Tajikistán y Kirguistán.
Finalmente, cuando la Unión Soviética se desintegra, Uzbekistán adquiere su independencia el 31 de agosto de 1991, manteniendo las mismas fronteras que fueron demarcadas por los rusos.
Bueno, muy interesante toda la historia pero, al grano ¿requiero visado para ir a Uzbekistán?
Sí. Tiene un coste de 60 € y deberás de tramitarlo en la embajada de Uzbekistán en España.
Ya tengo mi visado. Una vez que llegue a Uzbekistán ¿hay algo más que tenga que hacer ?
Cuando llegas al aeropuerto internacional de Tashkent, tendrás que rellenar un formulario de migración. El agente de migración se queda con una copia y tú con el original. ES MUY IMPORTANTE QUE CONSERVES ESTE DOCUMENTO HASTA QUE SALGAS DEL PAÍS YA QUE DEBERÁS VOLVERLO A PRESENTAR EN MIGRACIÓN CUANDO CONCLUYA TU VIAJE.
¿Algo más que debería saber?
Sí. Si quieres vivir la paranoia de la época soviética, Uzbekistán puede ser un buen sitio. Se supone que por cada lugar donde te quedes más de 3 días, deberás de registrarte, para que el país sepa dónde estás. Si lo haces en un hotel oficial, el mismo hotel te registrará y como comprobante te dará a tu salida un recibo donde marca el día de llegada y salida del hotel. No pierdas por ningún motivo estos papeles y guárdalos, ya que en el aeropuerto te los pedirán.
El problema podría venirse si te quedas en un hotel que no es oficial, acampas, te quedas en casa de algún amigo, o te quedas en casa de un coachsurfer. En este caso, se supone que tú personalmente deberás asistir a la oficina local de registro y visado (OVIR por sus siglas en inglés). Oficialmente, podrías quedarte hasta 3 días en un sitio sin registrarte, y escuchamos que si te quedabas más de esos 3 días, en el siguiente hotel podrías pedirles que te cubrieran esos días, pagando una pequeña suma extra.
¿Qué me dices respecto a la moneda en Uzbekistán?
Som es la moneda uzbeka y se puede cambiar en dos mercados: el oficial y el negro. Habíamos escuchado mucho del mercado negro de divisas, pero nunca imaginé que iba a ser tan sencillo encontrarlo y convertirme en criminal.
En el 2012, en el mercado oficial se cambiaba 1 dólar por 1.600 soms. En el mercado negro 1 dólar era igual a 2.600 soms.
El billete de nominación máxima que existe es de 1.000 soms, por lo que si cambias 100 dólares, tendrás 260 billetitos en tus bolsillos si tienes suerte. Las tarjetas de crédito son poco aceptadas en este país. Por lo mismo, podrás ver (literalmente) a gente en las calles con bolsas de plástico llenas de dinero (afortunadamente es un país seguro en cuanto atracos).
Para ser honestos, nosotros nunca utilizamos el cambio oficial, todo lo hicimos en el mercado negro, y nunca representó algún peligro para nosotros, aunque te recomendamos que como quiera tomes precauciones.
A lo mejor en este momento estás pensando: “mmmhh... ¿pero cómo le podré hacer para encontrar el mercado negro?”. No te preocupes, el mercado negro te encontrará a ti. Seguro. El frutero, el dueño de la tienda de recuerdos, el policía, la persona que vigila la entrada a sitios turísticos, y hasta el niño que va pasando en bicicleta te podrán cambiar soms, o te dirán dónde hacerlo.
En teoría, cuando dejas Uzbekistán, la policía en el aeropuerto te puede pedir tus recibos de cambio de moneda que hayas hecho en tu estancia. En el mercado negro no te entregan ningún tipo de recibo, por lo que si prefieres no arriesgarte, puedes de vez en cuando solicitar el cambio oficial en algún banco. A nosotros en el aeropuerto no nos pidieron estos recibos.
Hay que recordar que en Uzbekistán es más sencillo cambiar dólares que euros, así que te recomendamos viajar con dólares.
¿Y qué tan caro o barato es Uzbekistán?
Por los 14 días que estuvimos en Uzbekistán nos gastamos:
Hotel: 405 € habitación doble durante 13 noches
Transporte: 121 €
Entrada a monumentos: 141,16 €
TOTAL: 667,16 €
Recordad que esto ha sido hace muchos años y los precios podrían haber cambiado.