Día 6: Carretera del Rey, fortaleza Maqueronte y castillo Al Karnak
En este día nos despedimos del Mar Muerto, y nos adentramos de nuevo por las montañas desérticas de Jordania. Íbamos por la Carretera del Rey. La verdad es que al principio yo pensaba que se llamaba así simplemente por el rey actual, o su padre, o su abuelo como mucho. Cuál fue mi sorpresa al conocer que este mismo camino por el que nosotros pasábamos ahora en coche había sido utilizado por diferentes reyes y motivos desde hacía unos 5.000 años.
Este camino tiene 335 km y va desde Ammán hasta Áqaba (al sur de Jordania). El camino pasa por terrenos planos listos para cultivar, serpentea por áridas montañas, bordea el desierto, y finalmente llega hasta el Golfo de Áqaba. Por este camino pasaron esclavos, reyes, emperadores, líderes religiosos, cruzados en búsqueda de rutas para proteger Jerusalén, peregrinos musulmanes camino a la Mecca y peregrinos cristianos con dirección al Monte Nebo.
Es por eso que esta carretera nos une villas prehistóricas de la Edad de Piedra con pueblos bíblicos de los antiguos reinos de Ammón, Moab y Edom; con castillos de las cruzadas; con algunos de los mosaicos más antiguos de todo Oriente Medio; con una fortaleza herodiana; algunos pueblos musulmanes y con la gran capital nabatea labrada en piedra: Petra.
La primera vez que se menciona a la Carretera del Rey por su nombre es en la Biblia, en el libro de Números 20:17 y 21:22: “Déjanos pasar por tu reino. No nos desviaremos para dirigirnos a ningún campo o viñedo, ni beberemos tampoco agua de ningún pozo. Viajaremos por la Carretera del Rey hasta que hayamos pasado tu territorio”. Quien hablaba era Moisés, que solicitaba permiso al rey de Edom para poder pasar por su reino y llegar así a Israel, o la Tierra Prometida. El rey edomita no se lo permitió, por lo que Moisés y el pueblo israelí tuvieron que bordear las fronteras del reino hasta llegar al Monte Nebo, que se encontraba en lo que antaño era el reino de Moab.
La mención de dicha carretera, no obstante, es probable que sea incluso anterior, ya que en el libro de Génesis se habla de una alianza de “4 reyes del norte” que marcharon sobre “esta carretera” para luchar contra los “5 reyes de las Ciudades del Plano”. Por las ciudades y reinos que se mencionan en este pasaje se intuye que se podrían estar refiriendo a la Carretera del Rey. Incluso quizás de aquí nace el nombre de la carretera, por los 4 reyes que avanzaron por aquí.
Hay que recordar que Petra ya está aquí cerca. Por lo tanto, los nabateos utilizaron también este camino para el comercio. En época romana, la Carretera del Rey pasó a llamarse Via Traiana Nova, en honor al emperador romano Trajano (nacido en la actual Santiponce, a las afueras de Sevilla, España), quien fue el que se anexionó el reino nabateo y creó la provincia romana Arabia Petraea.
Este camino, que fue tan importante para mucha gente de diferentes regiones del mundo y religiones, fue finalmente pavimentado en las décadas de 1950 y 1960.
Y sobre este asfalto es por donde ahora las ruedas de nuestro coche alquilado pasaban. Aunque muchos de los destinos que recorrimos se encuentran sobre la Carretera del Rey, no la recorrimos toda ésta, ya que en ocasiones preferíamos ir por la Autopista del Desierto que es más rápida.
Finalmente la Carretera del Rey nos dejó en la fortaleza de Maqueronte.
La fortaleza fue originalmente construída en el 90 a.C., pero fue el infame Herodes el Grande quien la reconstruyó y amplió en el 30 a.C.
Herodes era un sanguinareo rey judío que podía gobernar bajo el permiso de los romanos. El reino de Herodes era el reino de Judea, y Jerusalén era su capital. La fortaleza de Maqueronte estaba para proteger esta ciudad santa.
Durante el día la fortaleza de Maqueronte podía enviar avisos a la ciudad a través de señales de humo y por la noche a través del fuego. Ésta era la fortaleza más alejada del Reino de Judea.
A Herodes se le debe el origen del Día de los Santos Inocentes, aquél día en que nos gusta gastarnos bromas unos a otros. Aunque el motivo original de este día no es ninguna broma. A Herodes le dijeron que una profecía dictaba que iba a nacer en Belén el verdadero rey de los judíos. Herodes, ante un ataque de pavor de perder su poder, ordenó matar a todos los niños recién nacidos y hasta de 2 años que habitaran en Belén (esta ciudad está a unos 100 km de la fortaleza).
Jesús, quien sería aquél verdadero rey según la tradición cristiana, se salvó al nacer puesto que sus padres se lo llevaron a Egipto a escondidas. Tampoco debemos de imaginarnos una gran masacre de niños. Según se ha estudiado, se piensa que Belén en aquella época era un pueblo pequeño, y que por tanto habría más o menos como unos 20 menores que cumplían los requisitos para ser asesinado. Aunque bueno, obviamente hayan sido 20, 15, o 1, jamás debió haber sucedido la muerte de estos pequeños inocentes.
Por una desconfianza total hacia cualquier persona que no fuera él, y unos celos incontrolables de conservar su poder, Herodes mandó también matar a una de sus esposas (tenía mínimo 10) y a 3 de sus hijos.
Otra muestra más de su sadismo fue al momento poco antes de morir. El pueblo lo despreciaba tanto, y Herodes se había vuelto tan amargado con su propia gente, que ordenó a su hermana que matara a muchos de ellos cuando él muriera. Según se dice reunió a varios líderes de las aldeas de Judea y los encerró a todos en un hipódromo. La hermana tendría que ejecutar a todos ellos en cuanto Herodes muriera. Para fortuna de la gente, después del suspiro final de tan despreciado rey, la hermana lo desobedeció y dejó en libertad a todos los asustados ciudadanos.
A la muerte de Herodes el Grande, su hijo Herodes Antipas se hizo con la fortaleza de Maqueronte… y como dicen: “de tal palo tal astilla”. Herodes Antipas se encontró cara a cara con Jesús. Ahora Jesús ya era un jóven adulto de 33 años y no aquél bebé que se había salvado de la muerte por los pelos. Herodes Antipas le ordenó a Jesús que hiciera un milagro para él, pero al negarse Jesús, Herodes Antipas se irritó mucho y lo envió con Poncio Pilatos para que lo torturara.
Y es en esta familia de psicópatas homicidas que Juan Bautista fue a parar. ¿Por qué estaba detenido en la fortaleza de Maqueronte? Su grave delito fue mostrar su desacuerdo en público del casamiento de Herodes Antipas con su esposa, ya que ella era a su vez la esposa de su propio hermano Herodes Filipo.
El día del cumpleaños del monarca, Juan Bautista se encontraba encerrado en su celda, mientras arriba, en el salón del trono, la sensual Salomé le hacía un baile a su padrastro, Herodes Antipas. La danza debió de haber sido espectacular, ya que el rey quedó tan satisfecho que le dijo a su hijastra que le regalaría cualquier cosa. La joven Salomé, aconsejada por su madre, le pidió a Herodes la cabeza de San Juan.
El verdugo regresaría al poco tiempo después con la cabeza de Juan Bautista en una bandeja de plata. Herodes cumplió con su palabra. Le dio la cabeza a Salomé, quien a su vez se la obsequió a su madre.
El nuevo emperador romano, Calígula (37 d.C. - 41 d.C.), pensó que Herodes Antipas ya estaba provocando muchas molestias, por lo que decidió desterrarlo y mandarlo como exiliado hasta la otra punta del imperio romano: a Lugdunum (actual Lyon, Francia).
Al igual que Juan Bautista tuvo sus días contados en este lugar, también la fortaleza misma los tuvo. En el 66 d.C. hubo una revuelta judía y se apoderaron los judíos del castillo. Los romanos lo sitiaron y construyeron una rampa de piedras por la que intentaron asaltar la fortaleza.
Ésta no se llegó a utilizar puesto que los judíos se rindieron antes, al ver la situación ya imposible. Los romanos destruyeron la fortaleza en el mismo año para que nadie más la volviera a ocupar, y jamás volvió a ser reconstruída.
Dejamos este hinóspito lugar para dirigirnos a nuestro siguiente destino.
Volvimos a coger la Carretera del Rey para irnos a ver otro castillo, aunque éste en mucho mejor estado; y volver a otra fase histórica cristiana, aunque esta vez no estamos hablando de la época de Cristo como en Maqueronte, si no que ahora hablamos de más de mil años después, en concreto en 1140.
Desde la época de Cristo hasta la época bizantina el cristianismo había predominado en la región. Después, en el siglo VII, vino una ola musulmana a cubrir la zona. En el siglo XII los cristianos de Europa vuelven a poner el pie en este lugar a través de las cruzadas, ya que la consideraban todo esto Tierra Santa, en especial Jerusalén.
Así que estamos otra vez en la época de las cruzadas y ante el castillo Karak (gratis con el Jordan Pass), uno de los castillos cruzados más grandes de todo el Levante.
Hemos ya contado del castillo Ajloun, también de la época de las cruzadas, pero aquél era del año 1184, y fue construido por los árabes (no los cruzados) y en aquél entonces Salah al Din ya había fundado la dinastía ayubí y era el dueño y señor de todos los territorios desde El Cairo hasta Alepo, pasando por las ciudades santas de Meca y Medina.
Nosotros ahora estamos en el 1140. En este entonces los cruzados ni habían escuchado hablar de Salah al Din, porque Salah al Din era apenas un pequeño niño de 2 años que jugaba en Tikrit, Mesopotamia (actual Iraq).
Si en la época del castillo Ajloun los cruzados estaban de capa caída, en las mejores épocas del castillo Karak, en el 1140, los cruzados andaban con la barbilla en alto y el pecho hinchado de orgullo. Jerusalén llevaba 41 años de haber sido conquistada, y estaba siendo gobernada de manera conjunta por la reina Melisende y su esposo Fulk. Eran los terceros reyes europeos en gobernar desde Baldwin I y Baldwin II. El reino de Jerusalén nunca tendría una expansión tan amplia como la que se estaba viviendo en esta época.
Y nosotros estábamos en Karak, antigua capital del reinado de Moab, y posteriormente capital de la provincia cruzada Oultrejordain. Este castillo estaba para proteger Jerusalén de los infieles musulmanes que llegaran del Este y para mantener a raya a los beduinos, las tribus del desierto.
Pero es también en esta época cuando las cosas se empiezan a torcer para los cruzados. Es verdad que cuando ellos llegaron a estas tierras por primera vez en el 1099 se encontraron con un territorio fraccionado por distintas facciones musulmanas que luchaban entre sí por el poder, aliándose incluso en ocasiones con los cruzados con tal de aplastar al enemigo. Además, el centro del poder se encontraba muy lejos de aquí, en Baghdad, por lo que al califa poco le interesaba saber de lo que sucedía en la periferia de sus terrenos. Incluso, según se dice que con los primeros europeos hubo cierta relación, si no de respeto mútuo, al menos sí de tolerancia y aceptación, llegando al punto de hacer comercio y negocios entre ellos.
El problema vino con futuros peregrinos fanáticos, que no podían creer ver a sus hermanos cristianos haciendo negocios con los infieles saracenos. Además, los cruzados poco a poco iban buscando extender sus territorios. Es más o menos por esta época (1140) que los árabes se dan cuenta del enemigo que tienen en casa, y cuando deciden comenzar a aliarse entre ellos para expulsar al extranjero. Es por eso que mientras los cristianos construían el castillo Karak en este año, comenzaron a llegar los avisos de auxilio a las ciudades europeas pidiendo dinero y armas para una segunda cruzada.
El castillo se puede decir se encuentra dividido en 2 niveles: el superior y el inferior.
En el nivel superior se encuentran algunos de los edificios principales, como una iglesia (ahora en ruinas), una mezquita y la sala de audiencias.
La sala de audiencias que vemos hoy en día fue probablemente construida por los mamelucos en el año 1311. Los mamelucos eran esclavos guerreros, principalmente de origen eslavo y caucásico, islamizados e instruidos militarmente, que estaban al servicio de distintos califas; aunque después se rebelaron y ellos crearon su propio sultanato con el centro en Egipto.
No se sabe bien la función que tenían estas habitaciones, aunque se cree que una de ellas era la mezquita de este palacio mameluco, ya que tiene un mihrab mirando hacia la Meca.
El nivel inferior del castillo es un laberinto de pasadizos y galerías que fueron principalmente utilizados como bodegas y como vías de comunicación a distintas partes del castillo. Eso sí, ¡a veces necesitarás la luz de tu móvil!
De regreso al exterior, vemos las murallas desde las que Raynald de Châtillon, gobernante o señor de Oultrejordain, arrojaba a sus prisioneros. Eso sí, les ponía sus cabezas dentro de cajas con el fin de “protegerlas” y que la víctima no fuera a quedar inconsciente antes de su muerte.
En 1183, un maduro Salah al Din de 45 años, llegó al castillo Karak y lo sitió. Lo que él no sabía era que dentro se estaba celebrando una boda: el hijastro de Raynald, Humphrey IV de Toron, se casaba con Isabella I, futura reina de Jerusalén.
La madre de Humphrey IV (y esposa de Raynald) mandó a un mensajero extramuros para conseguir la paz al menos un día, ya que era el día de la boda de su hijo. Salah al Din preguntó en qué parte del castillo se estaba realizando la boda, y ordenó a su ejército a que movieran las catapultas para que ninguna de las enormes piedras que lanzaban contra el castillo golpeara el salón de actos.
El sitio del castillo fue finalmente levantado gracias a la intervención del rey de Jerusalén Baldwin IV. Salah al Din firmaría una tregua con Raynald de Châtillon, aunque este último varias veces lo rompió al atacar a las caravanas de camellos y comerciantes que pasaban por sus tierras. La paja que rompió el lomo del camello fue cuando Raynald intentó invadir la mismísima Meca, ciudad santa de los musulmanes.
Aquí el sultán Salah al Din dijo que si un día Raynald era apresado, él se encargaría de matarlo con sus propias manos.... y cumplió.
En 1187, en la batalla de Hattin (cerca del Mar de Galilea) se enfrentaron las fuerzas árabes y las cristianas. Fue una enorme derrota para los cristianos, y el rey de Jerusalén Guy de Lusignan, el señor de Oultrejordain Raynald de Châtillon, y su hijastro Humphrey IV fueron apresados.
Guy y Raynald fueron llevados ante el sultán en su tienda de campaña. El sultán ofreció agua de rosas al rey Guy, símbolo de la hospitalidad árabe que significaba que el rey estaba protegido por Salah al Din. Guy intentó ofrecerle de su agua a Raynald, pero Salah al Din lo impidió, diciendo que él no se la había ofrecido al señor de Oultrejordain.
Entonces, Salah al Din cogió una pesada espada, la levantó por encima de su cabeza, y la dejó caer con toda su fuerza sobre el cuerpo aterrorizado de Raynald, mientras Guy, seguramente también aterrorizado, observaba todo. Salah al Din erró y la espada penetró entre el hombro y el cuello de Raynald, dejándolo todavía vivo pero casi partido en dos. Finalmente Salah al Din acabó con él cortándole la cabeza. Su promesa se había cumplido. Muchos templarios y hospitalarios habían sido también apresados. Salah al Din dejó que una muchedumbre fanática encolerizada masacrara a estos prisioneros. Sobre Guy y Humphrey IV, el sultán los envió como cautivos a Damasco para eventualmente dejarlos libres.
Finalmente Salah al Din tomaría el castillo de Karak en 1187, y desde ahí sería una fuerza imparable hasta conquistar gran parte de Medio Oriente.
Los cruzados estarían en total unos 200 años en Oriente Medio antes de ser expulsados totalmente. La orden de los Templarios cayó en desgracia por una campaña de desprestigio por parte del rey francés Felipe IV, ya que necesitaba quedarse con todas sus propiedades y riquezas puesto que la corona francesa estaba quebrada por anteriores guerras. En 1314 ardería en una higuera puesta en las calles de París el último Gran maestre templario, Jaime de Molay. Y con esto se acabaría dicha orden. Los hospitalarios tuvieron un poco más de suerte. Ante el avance de las tropas musulmanas, tuvieron que abandonar Acre (Israel) y se instalaron en la isla de Rodas (Grecia). Después en los siglos XV y XVI nacerían 2 nuevas fuerzas musulmanas conquistando aún más: los mamelucos de Egipto primero, y los turcos otomanos después. Los hospitalarios tuvieron que abandonar Rodas y se fueron a Malta, ya que el rey español Carlos II les cedió ahí territorio en 1530. Después serían expulsados de ahí por Napoleón Bonaparte en 1798. Hoy en día, la Soberana Orden Militar y Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, de Rodas y de Malta, más conocida como la Orden de Malta, sigue existiendo como una orden católica con su sede en Roma. Curiosamente, es casi como si se tratara de un país. Tiene sus propios órganos de gobierno, embajadas, y expide pasaportes. Se dedica hoy en día a obras de beneficiencia asistenciales, sanitarias y sociales.
Parece que los cruzados es poco lo que dejaron por estas tierras, salvo una serie de castillos impresionantes que están ahora para el disfrute de los turistas.
El sol comenzaría a bajar pronto, y Eloísa y yo todavía no habíamos comido. Y lo peor de todo es que no hacíamos noche en la ciudad de Karak. Así que teníamos todavía largas horas de recorrido delante de nosotros, por lo que nos fuimos por un kebab, cogimos el coche, y dejamos atrás esta montaña sobre donde se sitúa el casi milenario castillo Karak.
Ahora era momento de adentrarnos más de lleno en el desierto para llegar a la capital del antiguo reino del desierto. El reino era el de los nabateos y su capital era Rekem. O como la llamaron los romanos: Petra.