Día 1: Tiblisi, recorriendo de lo más antiguo con cristianos y musulmanes
Como buen viajero de aerolíneas baratas, llegué al aeropuerto de la capital de Georgia a las 3.30 de la mañana. Tenía la opción de coger un taxi e irme a un hotel y pagar esta noche, o dormirme por ahí y esperar el servicio de autobuses que comienza a las 7 de la mañana (en funcionamiento hasta las 22.00 hrs) y ahorrarme así también esa noche de hotel. No creo que haga falta decir qué opción tomé, y menos cuando vi algo en el aeropuerto que no lo había visto en ningún otro: zonas con césped artificial donde la gente puede acostarse y dormirse (no sé si este era el plan original de las autoridades aeropuertarias pero al menos la gente ya se apropió esta idea y de muy buena manera, ya que hasta se batallaba para encontrar sitio). Así que, a poner la alarma y dormir un rato…
Tres agradecidas horas de sueño más tarde, y con el césped todavía marcado en mi cara, me encontraba subiéndome en el autobús número 37 a las afueras del aeropuerto y comprando un billete al amable conductor (0,50 GEL - 0,19 €), para dirigirme a Freedom Square, centro neurálgico de Tiblisi y cercano a su zona antigua, además de punto de concentración para eventos clave en la historia como la independencia de Georgia de la Unión Soviética.
En Georgia por lo general los alojamientos estarán en alguna de estas 3 opciones: hoteles, hostales o casas privadas. Esta última opción está muy extendida y resulta muy económica, además de la posibilidad de interactuar con gente local. En la mayoría de las ocasiones hay varias camas por habitación (aunque cuando yo fui nunca me tocó compartir por falta de turismo) y obviamente la calidad varía dependiendo de la casa.
En Tblisi me quedé en el casco antiguo, en la casa de Nako (georgiaguesthousenako@gmail.com, +995555697936). Nako es una agradable georgiana que alquila una parte de su casa junto con su marido. Ambos muy majos aunque con poco inglés (la mayoría de la gente habla el ruso como segunda lengua). La cama por noche costaba 20 GEL (7,55 €) con wifi.
Después de dejar la mochila, una ducha y un pequeño desayuno en casa de Nako, me salí a la calle para recorrer la ciudad.
Lo primero que hice fue dirigirme hacia Freedom Square nuevamente para tomarlo como punto de partida. Si hay algo que hay que ver en Georgia son iglesias, ¡y muchas y muy antiguas! Así que mi primera parada fue una….iglesia….así es, adivinaron.
En el siglo IV Georgia ya era un país oficialmente cristiano aunque la presencia pagana todavía estaba presente en las montañas y centros urbanos. En el siglo VI, una delegación de 13 monjes provenientes de Asiria (antigua zona que ocupaba principalemente lo que hoy es Iraq) llegó a Georgia para afianzar el cristianismo. Fundaron iglesias y monasterios de las cuáles muchas todavía están en funcionamiento hoy en día. De este grupo de 13 monjes, el más famoso fue David, quien a su paso por Tiblisi se le relaciona con la fundación de las iglesias Mamadaviti y Kashveti.
Una de las montañas que rodean Tiblisi, Mtatsminda, fue elegida por David para habitar en una de sus cavernas además de construir una pequeña capilla. Ésta iría creciendo y es lo que hoy conocemos como la iglesia Mamadaviti.
La edificación que actualmente vemos es del siglo XIX.
Es una delicia entrar a cualquier iglesia cristiana ortodoxa para poder contemplar los frescos religiosos que suelen decorar sus paredes.
Según cuenta la historia, cada semana David solía bajar de esta montaña a la ciudad para predicar ahí. En una de estas excursiones, una mujer embarazada aseguró que había sido David quién la había dejado en ese estado. David predijo que a causa de sus mentiras la mujer daría a luz a una piedra. Y dicho y hecho así fue. Meses después la mujer daría luz a una piedra. Para marcar tan peculiar suceso, la iglesia desde donde David predicaba comenzó a llamarse Kashveti (“kva” que significa piedra y “shva” es dar a luz). La iglesia fue destruida y levantada en numerosas ocasiones, la que vemos hoy en día data de finales del siglo XIX.
Después de aquí me volví a acercar a las faldas del monte Mtatsminda para dirigirme a la iglesia San Jorge, conocida antiguamente como la Catedral de Astvatsatsin, o Santa Virgen.
Ésta es una de las iglesias más antiguas de Tiblisi y se comenzó a construir en 1251. La construcción se la debemos a Karin Umek, un adinerado mercader armenio que medió entre los mongoles y el rey georgiano David Ulu para evitar que los primeros arrasaran por completo con Tiblisi.
Ya que me encontraba en las faldas de la montaña, aproveché para subirla del todo y llegar a la fortaleza Narikala (del turco “naryn” – “pequeña” y “kala” – “fortaleza”).
La fortaleza es el monumento histórico más famoso de Tiblisi y también el más antiguo (entrada gratis). Su primera edificación se remonta al siglo IV d.C. más o menos cuando la ciudad sería fundada. Los árabes en los siglos VII y VIII ampliarían sus murallas e incluso construirían un palacio para el emir dentro de ellas. Finalmente, en el siglo XI el rey David extiende aún más el perímetro de Narikala.
La pequeña iglesia Nikolos que se encuentra rodeada por las murallas de Narikala es del siglo XII.
En 1827 un fuerte temblor destruyó gran parte de la fortaleza y es por eso que la muralla no hace todo el círculo completo dejando algunas torres vigías solitarias todavía en pie. La mayor parte de lo que vemos hoy en día pertenece a los siglos XVI y XVII.
Pero definitivamente las mejores vistas de la fortaleza se obtienen desde la pequeña iglesia que se encuentra en la montaña vecina. Es un camino poco señalizado y la iglesia no tiene nada de espectacular. Pero las vistas que se tienen de Narikala hacen que merezca la pena subir.
En la parte más antigua de Tiblisi es donde se encuentran los baños termales y la mezquita. Debajo de Tiblisi hay muchos manantiales de agua sulfúrica que rondan siempre su temperatura entre los 38ºC y 40ºC. Hay quienes sugieren que éste fue el motivo para fundar la ciudad en este lugar. Sea la razón que sea hoy en día se pueden visitar alguno de estos baños, siendo el más antiguo el de Erekle, fundado en el siglo XVI.
El poeta ruso Aleksandr Pushkin llegó a visitar estos baños en el siglo XIX y parece que disfrutó la experiencia ya que dijo: “nunca he encontrado nada más lujoso que los baños de Tiblisi”.
Ahora nos vamos a dirigir a la única mezquita (gratis) que queda en Tiblisi. Hoy en día uno de cada diez georgianos se considera musulmán. Este pequeño grupo a veces puede sentirse marginado en este país donde la identidad religiosa es tan fuerte que muchos se sienten primero cristianos y en segundo lugar georgianos. Es un país donde la iglesia ortodoxa es una de las instituciones más influyentes si no la que más. Además, es un país donde el vino juega un papel muy importante en el día a día, bebida que en principio un musulmán no consumiría por contener alcohol.
El islam es considerado como el enemigo por el ideario popular de este país caucásico principalmente cristiano, y no tanto por la desafortunada (y errónea) imagen actual que se tiene de esta religión, si no que para la historia de Georgia, el islam era el estandarte de los enemigos que tuvo que enfrentar constantemente: el imperio otomano por un lado y el imperio persa por el otro.
Además, el islam (al igual que el cristianismo) se vio amenazado por la férrea ideología atea comunista cuando Georgia era un Soviet más (1921-1991) que complicaba enormemente la supervivencia tanto de las instituciones religiosas como de sus seguidores.
La Mezquita de Tiblisi es la única mezquita que queda en pie en este país mayoritariamente cristiano. Lejos quedan aquellos tiempos en los que las calles de esta ciudad y sus alrededores eran el Emirato de al-Tefelis (736 – 1122) establecido por los árabes. Es un milagro que esta mezquita, de 1895, siga con sus puertas abiertas, y aún mayor el milagro que sucede adentro: en esta mezquita tanto sunitas como chiitas rezan juntos (dos ramas del islam en conflicto de manera constante durante siglos, la mayoría de las veces de manera silenciosa aunque en ocasiones en guerra abierta y sanguinaria como actualmente en Yemen o Siria).
Desde la puerta de la austera mezquita, y a través de los balcones de las casas aledañas, sobresale la inmensa catedral ortodoxa entre el resto de edificios, como queriendo recordar quién es el que manda en este país…pero esta visita ya la dejaríamos para mañana.