Día 8: Wadi Rum, pequeños ante la inmensidad
Nuestro siguiente destino, el desierto de Wadi Rum, está tan solo a 100 kilómetros de Petra, por lo que esta mañana no hubo necesidad de desmañanarse, y tomamos con calma un buen desayuno en el hotel.
No tenía todavía muy claro cómo era la logística para Wadi Rum, así que os la resumo por aquí. Antes de llegar al pueblo Wadi Rum, hay una pequeña caseta donde tomarán tus datos, ya que esta caseta marca la entrada al parque natural. No es necesario que tengas un guía reservado previamente, o incluso no es necesario tener un guía del todo, pero para poderle sacar el máximo provecho nosotros sí te recomendamos que tengas uno.
Nosotros hicimos la excursión con Khaled Audeh (WhatsApp +962777204215). Él tiene distintas visitas según lo que necesites (de 3 horas, todo el día, etc…). El que nosotros hicimos nos costó 55 JD por persona (77,80 €) e incluyó: el Manantial de Lawrence, el cañón Khazali, el puente de piedra Um Fruth, el cañón Abu Khashaba, subir a algunas dunas, buscar un buen sitio para mirar el atardecer, la comida, cena, alojamiento en una cabaña en el desierto, desayuno, y que nos llevara de vuelta al pueblo de Wadi Rum. Gracias a la amabilidad de Khaled, incluso en la mañana nos llevó a un templo nabateo que se encuentra en el pueblo de Wadi Rum.
Khaled es una persona muy amable y con buen inglés. Lo recomendamos mucho. Y sobre todo, no tiene precios sorpresa ni gastos sorpresa.
Así que, ahora sí ya con las cosas en claro y el desayuno terminado, nos dirigimos hacia el coche para dejar la formidable Petra e irnos hacia Wadi Rum.
Conforme más avanzábamos hacia el sur, y más nos acercábamos a Wadi Rum, el paisaje se iba poniendo cada vez más espectacular si es que cabe.
Y de pronto el asfalto se convirtió en arena.
Al igual que Petra, estos impresionantes paisajes han sido escenarios de múltiples películas como: Dune (2021), Star Wars: el ascenso de Skywalker (2019), Rogue one: una historia de Star Wars (2016), Prometheus (2012), Lawrence de Arabia (1962), entre decenas de películas más.
Y es que mires a donde mires el paisaje es realmente impresionante.
Y aunque el desierto se ve como un enorme vacuo espacio, realmente es el hogar de cientos de especies de flora y fauna que habitan en este desafiante ecosistema. Hay erizos, liebres, chacales, o íbices de Nubia. También hay una gran población de aves como halcones pizarrosos, cernícalos y búhos reales.
Quizás parezca increíble pero también este enorme desierto ha sido el hogar de miles de personas durante miles de años, y podemos ver varios vestigios que dan cuenta de su paso por aquí. Hay más de 40.000 inscripciones y petroglifos por todo el desierto que dan cuenta de los más de 12.000 años de interacción humana con la naturaleza en este lugar. Los nómadas armaicos, termúdicos e hismaicos son las primeras etnias de las que se tiene constancia en este lugar, varios miles de años antes de Cristo. Después llegarían los nabateos a reinar el desierto durante 500 años (400 a.C. - 106 d.C.).
El cañón Khazali, en sus 100 m. de paredes de longitud, ha servido como una gran pizarra para miles de personas que llegaron a este planeta antes que nosotros.
Definitivamente las inscripción del cañón Khazali nos hacen sentir ante una gigantesca biblioteca al aire libre que nos brinda información sobre medio ambiente, animales, religión, actividades, idiomas, etc...
Cerca de aquí hay un templo nabateo del siglo I a.C.
El templo estaba dedicado a la diosa Allat, hermana de al Uzza (que adoraban en Petra).
No obstante, en algunas piedras del templo se han encontrado algunas inscripciones tamúdicas que indican que el templo ya era un santuario dedicado a la misma diosa pero construido antes de los nabateos.
A unos cuantos pasos del templo se encuentra un manantial. Éste tiene también inscripciones tamúdicas.
Y hay también pequeñas imágenes que representan a dios, que como mencionamos en el artículo de Petra, los nabateos antes de entrar en contacto con los griegos dios era representado como un bloque o rectángulo.
Estamos en una de las rutas del desierto que tan bien dominaban los nabateos. Muy probablemente por beber de esta agua cobraban a las caravanas que por aquí pasaban. Dinero que serviría para seguir embelleciendo a Petra.
Las cosas que hay que ver en este desierto son numerosas.
Y obviamente entre las atracciones del lugar está simplemente subir por algunas de sus numerosas dunas para admirar la naturaleza desde arriba.
Pero como dicen que una imagen vale más que mil palabras, preferimos dejaros con algunas fotos.
El sol comenzaba ya a bajar...era momento de buscar un buen punto para ver el atardecer.
Y gracias a nuestro guía Khaled pudimos llegar ahí a tiempo.
Sentir el aire en la cara. Escuchar el silencio. Ver cómo el viento hacía volar suavemente la arena. Ver como la arena y montañas cambiaban de color conforme el disco solar iba bajando y cambiando a rojo, era simplemente impresionante. Uno de esos momentos en los que te sientes plenamente en el presente. Que te sientes pequeño ante tal inmensidad de la naturaleza.
Afortunadamente la noche la pasamos en el desierto. Dormimos en unas pequeñas cabañas en mitad de la nada. Esto nos permitió seguir explorando el desierto por la noche.
Cenamos un pollo y verduras asadas en una fogata que nuestro compañero Khaled había hecho. No hablábamos mucho. No era necesario. Solo escuchábamos el chisporrotear de la leña que ardía al fuego. Era hipnotizante. “This is the desert life” nos dijo Khaled.