Día 13: Lago Inle, la ciudad flotante
Había ya arreglado en el hotel una excursión por el lago Inle (8,95 € - 20.000 MMK) por un día y que incluye los lugares que mencionaré a continuación. Las entradas a los templos y monasterios son gratuitas.
El lago Inle tiene una longitud de 22 km y una anchura de 10 km. Está habitado por unas 150.000 personas que viven en los pueblos en las orillas del lago, ¡o en el lago mismo!
La gente local ha ido construyendo sobre el lago sus bares...
…sus comercios…
…su estación de policía…
…sus templos…
....sus huertos......sí....sus huertos.....
.....¡y obviamente sus casas!
Sobra decir que hay todo tipo de conductores de botes, al estar la gente tan acostumbrada al agua desde que nace...
En algunos lugares el lago se expande hermosamente con su anillo de montañas alrededor...
Y en otros tiene unos pantanos tan cerrados que pareciera fuéramos navegando sobre campos...
Mi primera parada fue en Inthein, un pequeño pueblo a orillas del lago con unas estupas derruidas en mitad de la vegetación, lo que otra vez me hizo saltar mi vena Indiana Jones.
Justo detrás del pueblo se encuentra Nyaung Oak, que es un conjunto de antiguas pagodas semiderruidas y comidas por la vegetación que, sumado a que no había ningún turista, dan un encanto apocalíptico y mágico al lugar.
Hay también las ruinas de un enorme cinthe, aquellas criaturas que defienden las entradas a los templos.
Subiendo por un largo pasillo lleno de columnas a sus lados, se llega a Shwe Inn Thein Paya, que son cientos de estupas que coronan la colina.
Mi siguiente destino fue Phaung Daw Oo Paya, el centro budista más sagrado del estado Shan, visitado por monjes budistas de todo Myanmar.
Dentro del templo se conservan 5 antiguas estatuas del buda, aunque totalmente amorfas hoy en día ya que la gente durante años ha acostumbrado a pegarles pan de oro en muestra de respeto.
Nampan fue la siguiente población a la que me dirigí. Es un pequeño pueblo que tiene el templo más antiguo de todo el lago (aunque nunca pude averiguar de qué año es).
Finalmente, mi última parada fue el monasterio Nga Hpe Kyaung. En todas las guías de viaje verás que el templo es famoso porque sus gatos saltan por unos aros. Esta práctica ya no se realiza en el templo, pero aún así merece la pena visitar este lugar.
Éste es el monasterio más antiguo y grande de todo el lago Inle. Está construido de madera obscura, por lo que por dentro del lugar le confiere una atmósfera mística. El monasterio es famoso por albergar una colección de cientos de imágenes antiguas de Buda provenientes de todo Myanmar.
La excursión ya había llegado a su fin, era momento de regresar a Nyaungshwe. A pesar que amenazaba una tormenta mientras iba en la embarcación, tuve la enorme suerte de ver a los famosos pescadores del lago Inle, que arrojan sus redes con ambas manos mientras entrelazan una de sus piernas con el remo de la embarcación, de tal manera que parece como si tuvieran patas de palo.
De vuelta a mi punto de partida, Nyaungshwe, tenía toda la tarde por delante y rehusaba encerrarme en el hostal. Así que me dirigí al templo Yadana Man Aung Paya, el santuario budista más antiguo de la ciudad. Aunque ni parecía tan antiguo y no ofrecía gran interés.
Cerca de este templo se encuentra el museo de la cultura Shan, aunque estaba cerrado cuando fui. El museo se encuentra en lo que fue el palacio de Sao Shwe Thaike, quien sería el primer presidente de la Birmania independiente en 1948. Sao Shwe Thaike gobernó Birmania desde 1948 a 1952.
Ahora sí era imposible exprimirle algo más a Nyaungshwe. Ni siquiera era un lugar fotogénico. Así que el resto del día lo pasé sentado en un banco leyendo, puesto que ya no tenía hotel porque esa misma noche partía para Mandalay, último destino. El autobús desde Naungswhe hasta Mandalay me costó 12 € - 26.815 MKK por unas 8 horas de trayecto.
Así que....un montón de páginas de mi libro después....ahí estaba, sentado en un cómodo autobús con amplios asientos de piel, aire acondicionado, y unos cascos que si no quería escuchar música o ver películas, me servían para aislarme totalmente del ruido. No sé si sería el cansancio, o el mejor autobús del mundo, pero el caso es que dormí como nunca en todo el viaje.